Desde una grada de oro – entre los cordones de seda, las gasas grises, los terciopelos verdes y los discos de cristal que se ennegrecen como bronce al sol – veo abrirse la digital sobre un tapiz de filigranas de plata, de ojos y cabelleras.
Monedas de amarillo oro sembradas sobre el ágata, pilares de caoba que sostienen un domo de esmeraldas, ramos de raso blanco y delgadas varas de rubíes rodean la rosa de agua.
Tales como un dios de enormes ojos azules y formas de nieve, el mar y el cielo atraen la multitud de jóvenes y fuertes rosas hacia las terrazas de mármol.-
Iluminaciones. A.Rimbaud
martes, febrero 09, 2010
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